Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 01 marzo, 2013
En el país del pura vida, donde habita la gente más feliz del planeta, la tierra donde nunca pasa nada, nación a la que le ha hecho un daño terrible aquello de que los escándalos solo duran tres días, se quedó sin campeonato mundial de fútbol femenino.
Tuvo la FIFA que avisar que se cancelaría la sede, para que se alborotara el cotorro.
Igual que con la platina; con el hueco en la autopista, anunciado muchos meses antes; con la tragedia del cilindro de gas; con los problemas del tránsito; los chorizos, la corrupción, el asalto a la Caja; el reglamento interno del primer poder de la República, cuna de miles de males que tienen a Costa Rica con el freno de mano puesto; la tramitomanía; los delincuentes que quedan libres por asuntos de forma y no de fondo, con todo el monumento que esta frase implica; en fin, que se calienta el ambiente hasta que pasa o se anuncia la tragedia.
Como periodista deportivo uno está al tanto de cómo se van moviendo las cosas; acudimos a fuentes y sabemos cómo movernos en procura de la información.
No fue ayer, ni hace tres meses, que me dijeron que doña Yolanda Camacho, la máxima dirigente en la organización del Mundial, le manifestó decenas de veces a don Eduardo Li que quería salir del país y no regresar, desesperada por la falta de apoyo al evento. Doña Yolanda, mujer honesta y responsable, presagiaba el desastre.
Tuvimos contacto con dirigentes de la organización del Mundial, que viajaron a Suiza hace ya rato, cuando la FIFA los invitó para que informaran sobre la marcha del evento. De regreso a casa, quienes estaban metidos hasta adentro en la organización del Mundial, solo topaban con obstáculos y problemas. Algunos renunciaron, volvieron, renunciaron, volvieron. Todo era un caos, pero nadie ponía la cara, ni el Gobierno, ni la Federación.
Incluso me dijeron algo muy grave, que no tengo cómo probarlo.
Dicen que un ministro de Estado les dijo a los liberianos: “ya a ustedes les dimos el aeropuerto; ahora no les vamos a dar un estadio”. Podría ser un chisme; incluso una información sin ningún fundamento, pero la dijeron. Puede que sea ilógica, pero tiene su fondo.
Facilísimo deducir que la sede estaba en peligro; se había presagiado tormenta; ahora estalló la bomba y las autoridades deportivas, dejadas al garete por la jefa de Zapote, empezaron a moverse y pellizcarse, igual que el señor Li, hasta que explotó el cilindro.
gpandolfo@larepublica.net
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