Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 08 enero, 2008
Una de las principales características que tenemos los costarricenses, o lo que yo llamaría más bien, pavoroso defecto, es el rechazo a la sabiduría del viejo.
Los viejos en Costa Rica son desechables, con el agravante de que para los jóvenes, un hombre de 40 años es un “roco” y uno de 61, anciano. A los 70 fósil y a los 84, dinosaurio.
En las páginas de sucesos se ve mucho esto.
¡Anciano de 62 años muere atropellado!
Dios Santo.
¡Qué será don Beto Cañas, tan lúcido a sus 84 primaveras!
¿Y este columnista con 64 febreros, optimista de iniciar el próximo mes el primer año de la tercera edad con decenas de proyectos e ilusiones?
Escribo este prólogo porque siento que en las secciones deportivas de absolutamente todos los medios de comunicación, urgen las opiniones de la gente vieja, no importa su edad.
En medio de esta crisis que vive el fútbol costarricense en una de sus peores etapas, el temor a opinar y a confrontar de los jugadores actuales, debe contrarrestarse con la opinión y la sabiduría de los futbolistas retirados, para que se genere un debate y un intercambio de criterios positivo sobre la calidad de nuestro deporte favorito, que refuerce su estado actual de postración.
Los futbolistas costarricenses son muy miedosos para hablar; temen hacer señalamientos; los ponen y quitan de la Selección Nacional y no se atreven a enfrentar al técnico de turno, esperanzados en la convocatoria final.
Esta nunca llega, se quedan sin Mundial y atragantados con un cúmulo de rabia y rencor que no se atrevieron a expulsar. Prefieren hablarle a Pedro para que entienda Juan.
Lo acabo de leer en una entrevista a Alonso Solís; habla de su éxito actual y cuando le preguntan de una frustración en su carrera, da a entender que fue el no ser convocado al último Mundial.
Más o menos dice esto el buen jugador del Saprissa.
“Cuando me di cuenta de que no estaba en la lista de Alemania, me sentí mal. Creo que merecía un lugar, pero no siento resentimiento hacia el cuerpo técnico”.
Como vemos, ni chicha ni limonada.
Todos sabemos que Alonso Solís y Bryan Ruiz debieron estar en ese Mundial, eran los dos futbolistas más talentosos de una selección sin talento. Con sus palabras, Alonso no confronta a Guimaraes, no lo desafía aunque trasluce una verdad. El merecía estar en ese Mundial; el técnico se equivocó al no seleccionarlo, pero jamás hubo confrontación.
Hoy, muchachos como Rodolfo Rodríguez, Félix Montoya, Michael Barrantes, Danny Fonseca, Andy Furtado y decenas más, viven la misma experiencia.
Los quitan de la Selección Nacional con cero explicaciones. No reclaman para no molestar a Hernán Medford. No reclaman esperanzados en que el técnico los puede llevar a Sudáfrica, si se clasifica.
No hay choque, crítica, debate, confrontación, explicación. Es hora entonces de que hablen los viejos.
gpandolfo@larepublica.net
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