No insistan, dolarizar no es la solución
| Miércoles 02 junio, 2010
No insistan, dolarizar no es la solución
El pasado 27 de mayo la Asociación Nacional de Fomento Económico (ANFE), presentó un “Proyecto de Ley de Responsabilidad Monetaria y Dolarización”, el cual propone la dolarización de la economía Costarricense.
Este es un tema muy viejo y se ha tratado muchas veces. Sin embargo, es menester analizar las condiciones de su implementación e insistir, una vez más en su poca viabilidad e inoportunidad. El régimen dolarizado supone renunciar a la política monetaria, a la política cambiaria y la emisión de billetes por parte del Estado y tiene otras implicaciones:
Primero: Perderíamos independencia económica. El Banco Central de Costa Rica (BCCR) pierde sus funciones, y estas se ceden a la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), siendo esta Reserva, responsable de la circulación del dólar. En consecuencia, nos afectarían las decisiones e intereses de otro país y perderíamos el control. Esto implica además, que el Banco Central se vería imposibilitado de realizar políticas monetarias anticíclicas.
Segundo: Existiría una menor capacidad para enfrentar los shocks externos, lo que hace la economía más vulnerable a las crisis financieras como la vivida a partir de 2008. Esto afectaría en gran medida al sector real de la economía, perjudicando por ejemplo, la producción y el empleo.
Tercero: Desaparecería el prestamista de última instancia, ya que el Banco Central de Costa Rica no podrá prestarle a un banco comercial con problemas de liquidez. Como bien sabemos, todos los bancos comerciales tienen altos riesgos de liquidez y en caso de una crisis acuden al apoyo económico del Banco Central, pues por lo demás, es una manera de evitar el contagio y las corridas bancarias.
Cuarto: Se pierde el derecho al “señoreaje”, esto es la ganancia obtenida por el Estado al imprimir billetes con una denominación mayor al costo de su impresión. Esa ganancia se trasladaría, por ende, al Gobierno de Estados Unidos.
Quinto: Que se acepte la dolarización, no significa a ciencia cierta, que la inflación va a converger con la de Estados Unidos. Siempre existirán fluctuaciones en el tipo de cambio nominal del dólar con respecto a otras monedas como el euro y el yen, y esto igualmente tiene implicaciones en la competitividad del comercio exterior.
Sexto: No habría otra opción para el país, que la política fiscal como único instrumento para regular la actividad económica. Pero de no resolverse el desequilibrio fiscal, aumentan la incertidumbre y la desconfianza ciudadana, por lo que ya no sería garantía que las tasas de interés converjan con las del mercado internacional.
La dolarización es por lo expuesto, inconveniente para el país. Las repercusiones que puede tener para nuestra economía pueden ser muy delicadas. Los costos son muy altos tanto para cambiar el régimen como para revertirlo. La dolarización no es la pomada canaria para los problemas económicos del país.
Tatiana Villalobos Chacón
El pasado 27 de mayo la Asociación Nacional de Fomento Económico (ANFE), presentó un “Proyecto de Ley de Responsabilidad Monetaria y Dolarización”, el cual propone la dolarización de la economía Costarricense.
Este es un tema muy viejo y se ha tratado muchas veces. Sin embargo, es menester analizar las condiciones de su implementación e insistir, una vez más en su poca viabilidad e inoportunidad. El régimen dolarizado supone renunciar a la política monetaria, a la política cambiaria y la emisión de billetes por parte del Estado y tiene otras implicaciones:
Primero: Perderíamos independencia económica. El Banco Central de Costa Rica (BCCR) pierde sus funciones, y estas se ceden a la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), siendo esta Reserva, responsable de la circulación del dólar. En consecuencia, nos afectarían las decisiones e intereses de otro país y perderíamos el control. Esto implica además, que el Banco Central se vería imposibilitado de realizar políticas monetarias anticíclicas.
Segundo: Existiría una menor capacidad para enfrentar los shocks externos, lo que hace la economía más vulnerable a las crisis financieras como la vivida a partir de 2008. Esto afectaría en gran medida al sector real de la economía, perjudicando por ejemplo, la producción y el empleo.
Tercero: Desaparecería el prestamista de última instancia, ya que el Banco Central de Costa Rica no podrá prestarle a un banco comercial con problemas de liquidez. Como bien sabemos, todos los bancos comerciales tienen altos riesgos de liquidez y en caso de una crisis acuden al apoyo económico del Banco Central, pues por lo demás, es una manera de evitar el contagio y las corridas bancarias.
Cuarto: Se pierde el derecho al “señoreaje”, esto es la ganancia obtenida por el Estado al imprimir billetes con una denominación mayor al costo de su impresión. Esa ganancia se trasladaría, por ende, al Gobierno de Estados Unidos.
Quinto: Que se acepte la dolarización, no significa a ciencia cierta, que la inflación va a converger con la de Estados Unidos. Siempre existirán fluctuaciones en el tipo de cambio nominal del dólar con respecto a otras monedas como el euro y el yen, y esto igualmente tiene implicaciones en la competitividad del comercio exterior.
Sexto: No habría otra opción para el país, que la política fiscal como único instrumento para regular la actividad económica. Pero de no resolverse el desequilibrio fiscal, aumentan la incertidumbre y la desconfianza ciudadana, por lo que ya no sería garantía que las tasas de interés converjan con las del mercado internacional.
La dolarización es por lo expuesto, inconveniente para el país. Las repercusiones que puede tener para nuestra economía pueden ser muy delicadas. Los costos son muy altos tanto para cambiar el régimen como para revertirlo. La dolarización no es la pomada canaria para los problemas económicos del país.
Tatiana Villalobos Chacón