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Mondongo con churristate

Tomas Nassar tnassar@nassarabogados.com | Jueves 31 julio, 2014


Parece que para Rusia dejaremos de ser Pinto con huevos para volver a ser, como en Corea-Japón y Alemania, puro mondongo con churristate


Vericuetos

Mondongo con churristate

Aceptemos por un momento que don Jorge Luis Pinto haya traspasado inmisericordemente la tenue línea que separa la rigurosidad de la grosería.
Demos por cierto, para este ejercicio exclusivamente, que se salía constantemente de sus casillas, que sufre de megalomanía crónica irreversible, que es tan pero tan pesado y tan pero tan creído, que nadie se lo aguantaba ni en la Selección ni en la multitudinaria delegación que viajó a Brasil, dicho sea de paso y según dicen, de ñapa.
Ante esta falta inconmensurable de elegancia y delicadeza en el trato, probablemente causada por su falta de apego a las normas del Carreño, no será posible que nuestros compatriotas, dechado de virtud, sean misericordiosos en el perdón y olvido?
No hubiera sido mejor discrepar floridamente en la apreciación, en el contenido y en la forma, darle las gracias por su empeño y buenas ejecutorias, y dejarlo ir sin hacer el papelón que hicieron. No habría sido más apropiado intentar explicar y entender generosamente que fue crispación propia del momento, exceso de presión y ansias, o que los atletas de alto rendimiento, como en el ejército, están expuestos a estos exabruptos?
Estas soluciones de altura, ser comedidos en el lenguaje y agradecidos, digo yo, eran las mejores consejeras porque, a decir verdad, algún mérito tuvo el señor. ¿O no?
Lo que más ha llamado mi atención, en este desaguisado final del idilio mundialista, ha sido la forma tan brutalmente grosera, tan descortés y tan poco amable en que los involucrados criollos han manejado el asunto. Claro, me dirán, con la vara que mides serás medido (y una cuarta más), ojo por ojo y diente por diente.
No habíase enterrado a Pintorum cuando por los micrófonos de la radio deportiva de todo el dial se proferían los epítetos más soeces por parte de la nomenclatura federativa, en un intento crispado por desprestigiar al pecador, por destruir cuanto bien hubiera podido hacer y por desconocer la valía de su exitoso paso por el Mundial, llenando de gloria y de honra al país y congraciando a todo su pueblo.
Qué mal que nuestros educados y corteses dirigentes, hayan perdido la cordura bajando a las mismas oscuras cavernas de la grosería de las que acusan provenir ese “extranjero”, como le llamó desdeñosamente un altísimo y honorabilísimo dirigente futbolero…
¿Cuáles son las glorias ocultas que conllevan esos magníficos cargos del futbol nacional, cuáles inconfesables intereses, cuáles deleidades, que por ellos se es capaz de asumir la conducta que asumieron los próceres de nuestro “deporte de las patadas y cabezazos”?
Que tristeza constatar la jauría de algún sector de la prensa deportiva nacional detrás de la reciente memoria del difunto entrenador nacional, sin reparar en elegancia ni justicia.
Qué casualidad que los dos mundiales en que hemos sido dirigidos por entrenadores extranjeros, furibundos y apocalípticamente descorteses han sido aquellos en que hemos destacado.
Ni modo, parece que para Rusia dejaremos de ser Pinto con huevos para volver a ser, como en Corea-Japón y Alemania, puro mondongo con churristate.

Tomás Nassar

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