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COLUMNISTAS


Las dos caras de Costa Rica

Arnoldo Mora mora_arnoldo@hotmail.com | Martes 16 octubre, 2007


La mitología nos habla de un dios, Jano, que se caracteriza por tener dos caras: una mirando hacia adelante (futuro) y la otra hacia atrás (pasado), mientras que en el presente solo aparece la ambigüedad de saber si estamos ante un rostro dividido o ante dos rostros.

El inédito proceso político que llevó a los costarricenses a un referéndum para dirimir, no tanto la aceptación o rechazo de un tratado comercial, sino aspectos fundamentales de nuestro futuro como nación en asunto tan básico como es la política económica, mostró una Costa Rica cuya mejor imagen es la del dios romano. La reciente votación ha hecho patente algo en lo que algunos hemos venido insistiendo, a saber, que Costa Rica está dividida de manera antagónica.

Para evitar que el antagonismo político se convierta en confrontación violenta, se habla ahora de construir puentes de acercamiento. Sin embargo, sería un error querer pasar muy rápido por alto la página que acabamos de vivir, no solo por ser inédita en nuestra vida como nación, sino porque mostró las dos caras de este pueblo. Se impone, en consecuencia, ver de frente esos dos rostros de una patria escindida. La primera constatación es que ya la Costa Rica del siglo XX es pasado; hemos entrado al siglo XXI. La segunda mitad del siglo XX, se caracterizó por el pacto social sobre el que se construyó el Estado Social de Derecho que tuvo como protagonistas principales al Partido Liberación y a lo que ahora es el PUSC. Pero hoy se perfila una nueva realidad cuyas primeras luchas se han dado en estos meses que precedieron a la votación del domingo.

Resultado de lo dicho es que hay dos concepciones de lo que se entiende por democracia. Pienso que lo más interesante de este proceso es que surge una nueva manera de hacer política. Quienes hemos luchado y seguiremos luchando contra este nefasto TLC, hemos puesto en práctica un nuevo modelo de democracia, la directa y participativa, la plebiscitaria y popular, que ahora debe profundizarse y abarcar, no solo asuntos, sino personas. La figura jurídica del referéndum fue suciamente manoseada en detrimento de la democracia real por parte del régimen de los hermanos Arias y el Tribunal Supremo de Elecciones, en la mayoría mecánica de la Asamblea Legislativa y en la Sala Constitucional, con el apoyo irrestricto de poderosos medios de comunicación y de un sector de la jerarquía eclesiástica (en franco contraste con el clero que en su mayoría se opuso al TLC) y del movimiento evangélico, como legitimadores y difusores sociales de esta pseudodemocracia en que el régimen convirtió en la práctica esta promisoria figura jurídica que es el referéndum. Con ello, los sectores hegemónicos oligárquicos mostraron su rostro antidemocrático. Hoy configuran el mayor obstáculo para que la democracia directa y participativa de raíz popular crezca y se consolide.

La lucha, por ende, ha cambiado de terreno: del campo reivindicativo de tinte socio-económico ha pasado al campo estrictamente político, en donde lo que está en juego es la hegemonía del poder. Esta lucha apenas está en sus albores, como el nuevo siglo en que acabamos de entrar. No ver este otro rostro de la Patria es hacer la del avestruz.

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