La serie está abierta
EFE | Jueves 31 enero, 2013
La serie está abierta
Dentro de un mes en Barcelona se definirá al primer finalista
Raphael Varane, de 19 años, debutó en clásicos con un partido soberbio, en el que culminó con la anotación. Parte de la tarea que cumplió el central francés fue detener a Lionel Messi. Pierre-Philippe Marcou-AFP/La República
El Camp Nou dictará sentencia a las semifinales de Copa del Rey, tras el primer capítulo de un clásico repleto de fútbol, en el que a falta de goles de Cristiano Ronaldo y Leo Messi, Barcelona pudo sentenciar tras el tanto de Cesc Fábregas y permitió levantarse a un Real Madrid amparado en la figura de un inconmensurable Raphael Varane (1-1).Real Madrid y Barcelona homenajearon al fútbol en un clásico de alta intensidad, explotando cada uno sus virtudes, tan diferentes y a la vez brillantes, que los convierten en los mejores equipos del planeta.
Fue valiente Mourinho ante el planteamiento de Tito Vilanova, quien estaba en el Bernabéu sin estar presente. La lentitud de Carvalho era correr riesgos. Si retrasaba la defensa el equipo sería demasiado largo y aparecerían los espacios.
Carvalho lo sabía y saltó nervioso. Emergió la figura de Varane. Su primer clásico y jugó como si fuese él quien tuviese más experiencia en la zaga blanca. Con el Madrid “mordiendo” desde el inicio.
En la primera jugada del partido Cristiano fue derribado por Piqué al borde del área. La cartulina amarilla condicionaba al central catalán. No lo notó y recuperó su mejor imagen. Le ocurrió lo mismo a Carvalho, quien llegó tarde con Cesc.
La ausencia de Iker Casillas, diez años después, y de Víctor Valdés, repartió el protagonismo que siempre recae en el duelo Messi y Cristiano a las porterías. Diego López debutaba. La vida lo premiaba y en las porterías que suele defender Iker, el capitán dejó el ángel que siempre lo acompaña. El travesaño repelió una falta lanzada a la perfección por Xavi.
Un regalo de Carvalho buscó a Xavi que disparó a placer pero se topó con Varane en la línea de gol.
Los dos mostraban sus virtudes. Armas tan distintas y tan efectivas. La velocidad era letal en el contragolpe madridista. Aceptó la propuesta el Barcelona, que por momentos redujo el toque.
Los delanteros perdonaban las acciones de ataque. Benzema controlaba con la izquierda y con todo a favor rozaba la escuadra con su tiro con la derecha. Cristiano la rondaba pero no llegaba por milímetros.
En la reanudación el nivel de espectáculo no se rebajó. Al primer minuto Benzema recortó con clase pero disparó arriba. Duelos tan igualados se deciden por detalles, por un pequeño error. El de Callejón fue grande y doble. Despejó mal al centro y se quedó enganchado, Cesc aprovechó para romper el fuera de juego, y Messi cedió el balón a su compañero para que en un mano a mano superara con facilidad a Diego.
El gol dejó anestesiado unos minutos al Real Madrid. Sobrevivió gracias a Varane, enorme en las coberturas, rápido ante Cesc cuando de nuevo se plantaba solo para marcar el segundo. Barcelona era el dueño del balón, pero al conjunto madridista nunca hay que darlo por muerto. Essien sacó un centro bueno y Cristiano en el segundo palo cabeceó ajustado al poste.
Era la ocasión que necesitaba Madrid para la resurrección pero las fuerzas ya no eran las mismas ni con la entrada en escena de Modric e Higuaín. Fue cuando Barcelona tuvo en su mano la sentencia. Diego, con cierto temor en las salidas, se desquitó con alguna intervención salvadora. Le sacó un disparo potente a Alves. Vio cómo Pedro en un mano a mano la cruzó en exceso y sacó una manopla final a Jordi Alba.
La semifinal mantiene la vida porque Varane completó su mejor partido con lo único que le faltaba. Un centro desde el costado derecho del brillante Özil lo cabeceó con el alma a la red.
Real Madrid recuperará jugadores importantes en el Camp Nou. El clásico exhibe igualdad y espectáculo. Engrandece la imagen del fútbol español.
Madrid/EFE