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La gloria con asterisco

Luis Fernado Rojas lrojas@larepublica.net | Lunes 09 agosto, 2010




La gloria con asterisco
Brillante, polémico, mujeriego, tramposo; con cuál Alex nos quedamos

¿Qué pudo pensar Alex Rodríguez, el pasado miércoles, mientras la pelotita se elevaba sobre el jardín central y caía en el Monument Park del estadio de los Yanquis, concretándose así, oficialmente, su jonrón 600.
¿Qué sentía mientras recorría las bases?
¿Extasis de gloria o remordimiento de esteroides?, ¿quién lograba la hazaña; un estadounidense o un dominicano?; ¿quién celebraba más ese momento?, su ex esposa Cynthia Rodríguez, o su novia Kate Hudson (o tal vez Madona o Cameron Díaz, sus relaciones fugaces), o quizá simplemente corrió y corrió hasta llegar al home a celebrar.
Para nuestro caso lo mejor es dejar volar la imaginación… Pensemos en que Alex, antes de llegar a primera base repasó las etapas de su vida, que le permitieron estar ahí, en ese momento de gloria con atenuantes.
De seguro se proyectó a su infancia, en el Boys & Girls Club Miami. “Les debo todo lo que he hecho en las Grandes Ligas, mis logros como pelotero y personales”, dijo y su agradecimiento lo firmó el año pasado en un cheque por $1,5 millones para que esa organización construyera un centro educacional donde ahora miles de niños, al igual que él en su momento, podrán marcar una diferencia en sus vidas.
Pero de seguro también recordó República Dominicana, donde vivió seis años de su infancia en la capital con su tía Mercedes, y donde dice que tuvo el primer contacto con el deporte de sus sueños, aunque años después le cuestionaran que en una entrevista a la pregunta ¿país?, respondiera: Estados Unidos.
“Lee mis labios, soy dominicano”, alegó luego en otra entrevista para un medio dominicano, aunque para muchos aquello no quedó claro, eso que él llamó un malentendido.
Ya casi arribando a la primera base, Alex seguramente recordó sus años de colegial, el chico talento de Westminster Christian High School de Miami, de madre secretaria y cuyo padre los había abandonado, poco después del regreso de Puerto Rico, que bateó en 100 juegos 0,419 con 90 bases robadas que los llevó a ganar el campeonato nacional junior y a él ser designado como el Jugador Junior del Año en Estados Unidos. Prefirió olvidarse de la universidad y optar por ser elegible en el draft amateur, en 1993, con tan solo 17 años de edad, lo que le permitió vincularse con los Marineros de Seattle.
Mientras el público rugía en el Yankee Stadium, y Alex ya se enrumbaba hacia la segunda base, su mente lo ubicaba en su estreno como paracortos de los Marineros, el 8 de julio de 1994, con solo 18 años.
Todo era rápido para él en ese entonces, por lo que no era de extrañar que ya en 1996, se convirtiera en el shortstop titular de su equipo y en estrella, bateando 36 cuadrangulares e impulsando 123 carreras.
Pero sigamos corriendo con Alex, quien tras pasar la segunda base se encuentra con aquella luz intensa de principios del nuevo siglo, aquella misma que entonces le impidió ver las trampas en el camino.
Para 2000, Alex ya era agente libre y su potencial lo llevó a firmar el llamado, en ese entonces, contrato más grande y lucrativo en la historia del deporte profesional: $252 millones por diez temporadas con los Rangers de Texas.
Sí, aquello era el sueño americano en toda su expresión.
Su primera temporada con Texas tuvo un saldo de 52 jonrones y 133 carreras anotadas. Alex logró acumular 109 Jonrones en las temporadas 2001 y 2002; en 2003 se convirtió en el jugador más joven de todos los tiempos en alcanzar la marca de 300 jonrones y fue por fin designado el jugador más valioso de la Liga Americana. No obstante, para entonces ya Alex arrastraba consigo un triste secreto.
Nos acercamos a la tercera base, el público delira; son los mismos que lo recibieron en 2004, cuando el estadounidense de origen dominicano llegó a Nueva York aceptando ser la tercera base para no echar a perder la negociación entre Rangers y Yanquis, ocupando el puesto del lesionado Aaron Boone y renunciando a ser paracortos, para no competirle el puesto al popular Derek Jeter.
Todo parecía marchar viento en popa cuando en agosto de 2005 Alex, con 29 años y 316 días se hizo el jugador más joven en la historia de las ligas mayores en alcanzar 400 jonrones, pese a haber bajado su rendimiento con respecto a sus temporadas con los Rangers. Había un motivo, pero todos lo desconocían entonces.
Conforme fue avanzando y sus bolas se volaban las cercas, A-Rod fue enredando su vida. En 2008, luego de firmar el divorcio por adulterio y abandono emocional de ella y de sus hijos, su esposa Cynthia dijo que A-Rod, no era el mismo hombre del que se había enamorado.
Ahora ya Alex se enfila hacia el home, sus piernas quizá le pesan al recabar sobre su divorcio envuelto en escándalos con Madona y otras mujeres, fotos con rubias en Bahamas y otros desaguisados, sumado a la bomba de los esteroides.
Sí, llegó a Home, celebró los 600, ¿pero cuántos de estos no fueron limpios? Si nos basamos en las estadísticas con los Rangers, podrían ser más de una cuarta parte…, eso sí afectó su imagen, aparte de que él no es precisamente un chineado de la afición yanqui, que en ocasiones lo ha abucheado (apertura de la temporada 2007, tras un error), tampoco de la prensa deportiva estadounidense, que le cuestiona su supuesta incapacidad de producir hits con corredores en posición de anotar.
Su mea culpa no es suficiente. El reconocer que fue un “estúpido” no basta. El artículo de Sports Illustrated publicado en SI.com lo marcó de por vida.
Alex ya está en el home, ya completó el 600, ¿y ahora qué rumbo tomará su vida?

Basado en información en Internet: mlb.com, grandesligas.com, el caribecdn.com, elnuevoherald y diariolibre.com

Luis Rojas
lrojas@larepublica.net






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