La rentabilidad bancaria como lección de la crisis
| Viernes 10 julio, 2009
La rentabilidad bancaria como lección de la crisis
La banca estatal ha sido foco de intensos debates. La han atacado indicando que el Estado no debe participar en un negocio que en otros países realiza la banca privada, y cuestionado sus niveles de eficiencia.
Los defensores han apelado al papel que juega en época de crisis, apoyando a los productores. Sostienen que la amplia cobertura lograda en zonas de dudoso potencial pero con alta rentabilidad social, es fruto de su naturaleza y vocación.
Lo que se ha venido manifestando, a raíz de la crisis financiera internacional, es una tendencia hacia la nacionalización temporal de la banca con al ánimo de generar confianza en los inversionistas.
No obstante, la morosidad ha venido subiendo. Algunos sectores han mostrado mayor severidad: consumo, construcción, turismo, industria. Los especialistas en crédito destinan gran parte de su esfuerzo a reacomodar los préstamos de los clientes, en espera de que la crisis sea superada.
La rebaja de dos puntos porcentuales en las tasas de interés, que la junta directiva del Banco Nacional aprobó para apoyar el Plan Escudo, llevó alivio a muchos hogares y empresas. A esto se sumó una política de readecuaciones para créditos en problemas.
Estas decisiones pudieron tomarse gracias a la capitalización recibida en diciembre. Pero por otro lado, esa rebaja en tasas implica un sacrificio en los ingresos y afecta la rentabilidad sobre el patrimonio.
Este aporte fue una contribución indispensable para afrontar la crisis; pero fuera de este hecho, la única fuente de recursos para la banca estatal, son sus utilidades. La banca privada, en cambio, puede recurrir a sus dueños y al mercado de capitales.
Del total de ganancias brutas que acumula un banco del Estado, un 5% va a la Comisión Nacional de Préstamos para la Educación; un 10% al Instituto de Fomento Cooperativo; y un 3% a la Comisión Nacional de Emergencias. Cerca de 17% se paga como Impuesto de Renta y el 65% restante se acumula como utilidades para ser capitalizadas.
Ese capital generado por las utilidades es el que permitirá a un banco estatal la solvencia para seguir creciendo en crédito y afrontar la eventual materialización de riesgos.
Si analizamos el requerimiento de SUGEF en rentabilidad, nos encontramos que exige un retorno sobre el patrimonio al menos superior a la inflación. Esto significa que para obtener un retorno sobre el capital igual a la inflación proyectada para 2009 (entre un 7% y un 9%), el Banco Nacional tiene que generar utilidades netas después de impuestos de casi ¢30 mil millones.
Concluimos afirmando que la banca estatal está llamada a apoyar a las familias y a los productores, pero que esto será posible siempre que los bancos sigan dirigidos con visión de largo plazo, procurando optimizar recursos, y buscando obtener las utilidades suficientes, de modo que siempre se genere un nivel amplio de capital que permita financiar el próximo ciclo de crecimiento económico.
Bernardo J. Alfaro
Ex superintendente general de entidades financieras y Subgerente General del Banco Nacional
La banca estatal ha sido foco de intensos debates. La han atacado indicando que el Estado no debe participar en un negocio que en otros países realiza la banca privada, y cuestionado sus niveles de eficiencia.
Los defensores han apelado al papel que juega en época de crisis, apoyando a los productores. Sostienen que la amplia cobertura lograda en zonas de dudoso potencial pero con alta rentabilidad social, es fruto de su naturaleza y vocación.
Lo que se ha venido manifestando, a raíz de la crisis financiera internacional, es una tendencia hacia la nacionalización temporal de la banca con al ánimo de generar confianza en los inversionistas.
No obstante, la morosidad ha venido subiendo. Algunos sectores han mostrado mayor severidad: consumo, construcción, turismo, industria. Los especialistas en crédito destinan gran parte de su esfuerzo a reacomodar los préstamos de los clientes, en espera de que la crisis sea superada.
La rebaja de dos puntos porcentuales en las tasas de interés, que la junta directiva del Banco Nacional aprobó para apoyar el Plan Escudo, llevó alivio a muchos hogares y empresas. A esto se sumó una política de readecuaciones para créditos en problemas.
Estas decisiones pudieron tomarse gracias a la capitalización recibida en diciembre. Pero por otro lado, esa rebaja en tasas implica un sacrificio en los ingresos y afecta la rentabilidad sobre el patrimonio.
Este aporte fue una contribución indispensable para afrontar la crisis; pero fuera de este hecho, la única fuente de recursos para la banca estatal, son sus utilidades. La banca privada, en cambio, puede recurrir a sus dueños y al mercado de capitales.
Del total de ganancias brutas que acumula un banco del Estado, un 5% va a la Comisión Nacional de Préstamos para la Educación; un 10% al Instituto de Fomento Cooperativo; y un 3% a la Comisión Nacional de Emergencias. Cerca de 17% se paga como Impuesto de Renta y el 65% restante se acumula como utilidades para ser capitalizadas.
Ese capital generado por las utilidades es el que permitirá a un banco estatal la solvencia para seguir creciendo en crédito y afrontar la eventual materialización de riesgos.
Si analizamos el requerimiento de SUGEF en rentabilidad, nos encontramos que exige un retorno sobre el patrimonio al menos superior a la inflación. Esto significa que para obtener un retorno sobre el capital igual a la inflación proyectada para 2009 (entre un 7% y un 9%), el Banco Nacional tiene que generar utilidades netas después de impuestos de casi ¢30 mil millones.
Concluimos afirmando que la banca estatal está llamada a apoyar a las familias y a los productores, pero que esto será posible siempre que los bancos sigan dirigidos con visión de largo plazo, procurando optimizar recursos, y buscando obtener las utilidades suficientes, de modo que siempre se genere un nivel amplio de capital que permita financiar el próximo ciclo de crecimiento económico.
Bernardo J. Alfaro
Ex superintendente general de entidades financieras y Subgerente General del Banco Nacional