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¿El ataúd del PAC?

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 27 julio, 2016


Después de 26 meses en el poder está claro que los líderes de los “grupos del no,” muy efectivos en parar iniciativas, no han sido tan capaces de llevar a buen puerto las promesas que hicieron en campaña

 

¿El ataúd del PAC?


Con mucha insistencia se oye el siguiente comentario retórico: “¿Verdad que el PAC dejará de existir después de este gobierno? Esta administración es el ataúd de ese partido. ¿Cierto?”.
Cuando se analizaba la llegada del Partido Acción Ciudadana (PAC) al poder después de la gran victoria en la segunda vuelta de 2014, los analistas en reuniones privadas decían: “Bueno estos son adversarios de la empresa privada, pero por lo menos ordenarán el sector público”. El fundador del partido, Ottón Solís, había dado discursos por casi dos décadas sobre la necesidad de responsabilizar a los empleados públicos por su desempeño. Fue especialmente enfático sobre la necesidad de reestructurar al aparato gubernamental para que fuera más eficiente, más productivo y que prestara sus servicios al pueblo de la manera en que se esperaba. La corrupción, donde existía, había que erradicarla.
El otro Solís, el actual presidente de la República, durante su campaña presidencial decía que “no podemos pedir al pueblo pagar más en impuestos antes de reformar el gobierno para que cumpliera mejor con sus deberes”. Sobre todo el candidato Luis Guillermo, del PAC, ofrecía “cambio.”
Aparte de ser la agrupación política que ofrecía mejorías importantes en todo lo que involucraba el sector público, el PAC se había caracterizado por ser sumamente efectivo en oponerse a una variedad de iniciativas que otros partidos habían introducido. Se opuso al CAFTA —los dos Solís y su partido político fueron líderes de la oposición a ese tratado de libre comercio—, a todas las concesiones, a la construcción de una cárcel en Pococí que hubiera servido para reducir el hacinamiento de las prisiones del sistema actual, y a cualquier otra iniciativa que de cualquier manera favoreciera el creciente poder del sector público.
Después de 26 meses en el poder está claro que los líderes de los “grupos del no,” muy efectivos en parar iniciativas, no han sido tan capaces de llevar a buen puerto las promesas que hicieron en campaña. Muchas veces se ha visto que es más fácil decir “no” que “sí” en Costa Rica, mientras que crecía en poder el PAC. Pero más importante, no se ha variado la estructura estatal para que preste un mejor servicio al pueblo con el que supuestamente está obligada. No se “ordenó la casa.”
Durante el segundo gobierno de Óscar Arias el PAC fue especialmente vociferador al criticarlo por haber recibido fondos del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) mediante una donación para “promover la gobernabilidad” que no fueron entregados a la caja única; promovió investigaciones y acusó de corruptos a todos los que estaban involucrados en el uso de esos fondos. Ahora se ha revelado que la administración de Luis Guillermo Solís ha recibido $1 millón del BCIE que no fue integrado a la caja única y que ha sido gastado a “discreción” en publicidad positiva de acciones de la administración y otros similares. ¿Será el último clavo en el ataúd? ¡Probablemente no! Faltan 22 meses más.

 

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