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Cuando las barbas del vecino veas afeitar

Alvaro Madrigal cuyameltica@yahoo.com | Jueves 29 septiembre, 2011



De cal y de arena
Cuando las barbas del vecino veas afeitar…

La mano dadivosa y caritativa de la comunidad internacional llega al pueblo griego para salvarlo de la angustiosa postración de su economía, ya con características de bancarrota de dimensiones gigantescas. Más que para librarlo a él de un colapso, esa mano se ha puesto en movimiento por el terror que le provocaría la quiebra de la economía griega y su impacto sobre un sinfín de países, señaladamente los de más endeble posición como Portugal, España e Italia.
En lo local hacen fila, en primer lugar, las corporaciones bancarias de Francia y de Alemania que son las más fuertes acreedoras de la deuda soberana helena y las más expuestas, por consiguiente, al demoledor impacto que tendría una cesación de pagos. Hoy el pueblo griego está pagando las consecuencias de la borrachera que ha acompañado su tren de vida dispendioso (pensión a los 50 años de edad) y la irresponsable gestión de sus gobernantes. Es la hora de los sacrificios. ¡Pero qué sacrificios!
Los nuevos desempleados suman decenas de miles, con recortes a los salarios y a las pensiones, aumentos de la carga tributaria, cierre de empresas estatales y las quiebras que se propagan como fuego por el sector privado. Lo peor es que no se tiene garantizado el éxito de tanto sacrificio. El pesimismo y la desconfianza cunden atizados por el extremoso cuadro del hambre ya presente. Las masivas manifestaciones de protesta se suceden día a día y la gran pregunta es hasta cuándo ese estado de cosas va a sostenerse para ceder espacio a un torrente de violencia descontrolada que abra la vía al caos, todo un desafío para un gobierno impotente y repudiado.
Francia y Alemania proveerán de más recursos al fondo europeo de estabilización financiera, en un esfuerzo obvio para salvar a sus nacionales. Lo propio hace el Banco Central Europeo. Pero nadie garantiza que la ira popular no estalle en una conflagración que en medio de la tragedia, tendría la virtud de despojar a los economistas de sus anteojeras para que vean que en este embrollo también hay un importantísimo componente político y social y que la capacidad de resistencia de los pueblos es finita.
Las noticias internacionales están marcadas por el pesimismo. Las promesas de una acción coordinada del G-20 para evitar un avance de la crisis a puntos caóticos, no se materializan. Hay presiones internas (electorales también) en juego que dividen la capacidad de reacción sobre cómo encarar la crisis y erradicar sus causas, con la convicción de que hay que evitar la repetición de los errores que permitieron la presencia larvada de lo que desestabilizó las economías de Europa y Norteamérica pocos años atrás. Hoy los europeos abogan por que se ataque el déficit público y los americanos proponen más gastos para reactivar las economías. Mientras, se angosta el panorama en Portugal, España e Italia, por donde se teme que se dé el próximo estallido. Seguimos con atención los acontecimientos. De cuyo coletazo no nos vamos a salvar.

Alvaro Madrigal

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