Código Electoral y responsabilidad
El proceso para llegar al nuevo catálogo de reglas fue duro, hubo errores y se descubrieron inconsistencias y anomalías cometidas por los propios protagonistas, que no se deben repetir
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 05 agosto, 2009
Luego de muchos intentos y de casi una década de presión para transformar las reglas electorales, el próximo año los costarricenses por fin irán a las urnas con un Código Electoral remozado, pero que para las mismas autoridades fiscalizadoras es imperfecto. El proceso para llegar a este nuevo catálogo de reglas fue duro pues hubo muchos errores y se descubrieron en el camino inconsistencias y anomalías cometidas por los propios protagonistas, las cuales no se deben repetir Por ello, los comentarios expresados por Luis Antonio Sobrado, presidente del Tribunal Supremo de Elecciones en una entrevista publicada el martes en las páginas de este diario, nos dejan un sabor agridulce, en el sentido de que por un lado confirma que el nuevo Código Electoral permitirá tener mayores herramientas para combatir y castigar eventuales actos ilícitos, pero que por otro, no se trata de una normativa perfecta, pues muchos aspectos quedaron pendientes. En ese sentido, la lista de pendientes va desde la aplicación del voto para costarricenses en el extranjero, hasta el fortalecimiento de los partidos políticos y la implementación de la carrera parlamentaria, entre otros. Estos son, sin duda, cambios que traerían modernidad a nuestro proceso electoral y por los cuales sería adecuado no tener que esperar otra década para comenzar a implementarlos. Mientras ello ocurre, el Tribunal tiene la misma responsabilidad del pasado de no quitar la mirada estricta del proceso electoral. Por ello es grato que se haya comprometido a vigilar cautelosamente el cumplimiento de las reglas que sí se aplicarán en esta ocasión, especialmente en el financiamiento de los procesos. No es para menos. No hacerlo iría en contra de su propia naturaleza. Sería como el trabajador que en una fábrica deja pasar —en la línea de producción— un artículo con defectos pese a haberlo notado. Confiamos que en el Tribunal Supremo de Elecciones no tienen esta mentalidad y que ante la mínima sospecha de anormalidad, será el primero en levantar la voz, para seguir garantizando, como hasta ahora, procesos electorales libres. Aunque se trate de un Código Electoral imperfecto, hacemos votos por que la transparencia sea la que siempre prevalezca.