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CHISPORROTEOS

Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Miércoles 02 junio, 2010



CHISPORROTEOS


Es evidente el aplauso general con que los costarricenses recibimos la declaración de la Presidenta de la República, de que vetaría la ley de aumento de sueldo para los diputados si llegara a aprobarse. Las razones que dio son secundarias. Los considerandos de las leyes no son ley.
Pero supongo que nadie que leyera lo que en respuesta profirió para La Nación la diputada Viviana Martín, habrá salido de su asombro. Porque se dedicó a afear la conducta de la Presidenta y casi a poner en duda que hubiese actuado bien.
El comportamiento de la fracción que la señora Martín lidera, tenía al país en ascuas, pues de lo único que hablaban era de aumentarse el sueldo, cuyo monto evidentemente conocían cuando persiguieron y aceptaron la postulación. Además, estaba poniendo en peligro la popularidad del gobierno. Es más: como representante del grupo liberacionista que estaba poniendo en peligro esa popularidad, la señora Martín se enfrentó grotescamente a la presidenta que estaba logrando que su gobierno recuperara la popularidad que los diputados de su propio partido le estaban haciendo perder.
En los dorados tiempos en que el PLN era un verdadero partido político, una declaración y una conducta como la de la diputada Martín, habría provocado que inmediatamente la llevaran al Tribunal de Etica para que la juzgara. Ahora, “niansesabe”
Para quienes dejamos de militar en el PLN por las razones obvias que todo el mundo sabe, la conducta de la Presidenta fue irreprochable. Y no calificamos la de la diputada porque en realidad a los partidos de oposición nos favorece mucho. Ojalá que siga por el mismo camino, y estamos por hacerle una promesa a Santa Laura (que debe de existir), para que doña Viviana siga como va y por donde va.
El otro que salió mal fue el ex-canciller Stagno, que se autonombró, en una de esas cosas que en Costa Rica sólo una vez (esta) han ocurrido: que un gobierno a tres días de terminar, nombre embajadores a diestra y siniestra (cosa más siniestra que diestra) por cierto no especialmente capacitados. Lo que debería hacer el gobierno de doña Laura es retirar de la consideración de los otros países los nombres que la agonizante administración Arias les sometió, y nombrar sus propios embajadores como suele ocurrir en los países civilizados. Y de paso, dar cumplidas excusas a ese funcionario ejemplar que ha sido siempre don Jorge Urbina, a quien sometieron a una indignante humillación nombrándolo en un país que dejó de existir hace 180 años.
Todo lo anterior hace sospechar que la familia Arias no las tenía todas consigo y no estaba segura de haber logrado en doña Laura Chinchilla la Teodora Picado que anhelaban. Por esa razón decidieron asegurarse dejando la mayor cantidad de puestos importantes en manos de amigos y amigotes. Lo que sucede es que lo que hicieron en Relaciones Exteriores es fácilmente revocable. Cuestión de retirar la solicitud de “agrément” en los países donde los nombramientos fueron hechos.
Por cierto, nadie se ha ocupado de esto: el magistrado Armijo de la Sala Constitucional fue reelecto. Pero sin los votos de los diputados liberacionistas. ¿Habrá sido él el que don Oscar Arias le dijo a don Guido Sáenz que “le había salido güero”?

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