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¡Basta de jugar a las casitas!

| Jueves 11 septiembre, 2014




¡Basta de jugar a las casitas!

Uno de los grandes problemas de las organizaciones con un alto grado de creatividad es que no aterrizan sus proyectos en realidades

Hace unas semanas comentábamos la creciente influencia de la denominada Generación del Milenio dentro de las organizaciones. Una de las características de sus miembros es su tendencia a la creatividad y a la investigación de elementos diferenciadores, sobre todo en lo que tiene que ver con la oferta de nuevos productos por parte de la empresa o su variación a la hora de mercadearlos.

n determinadas organizaciones, por la naturaleza del negocio, el caldo de cultivo es idóneo para que este tipo de comportamiento generador dé todo tipo de nuevas ideas. Agencias de publicidad, estudios de arquitectura, empresas de diseño, etc., son los espacios de trabajo ideales para desarrollar la actividad creativa.
En muchas ocasiones, este germen de creatividad puede dar lugar a productos y servicios de gran impacto por su diseño o conceptualización. De ahí que algunos profesionales, a pesar de su juventud, sean muy demandados por las empresas, sobre todo en algunos ámbitos de actividad en los que la creatividad es un factor clave para el éxito.
Sin embargo, la creatividad mal gestionada puede ser un verdadero dolor de cabeza para los gerentes de este tipo de compañías. En primer lugar, la creatividad debe reflejarse en resultados. Muchos profesionales, a los que se les ha inculcado este espíritu de libre invención, no logran comprender que las aportaciones novedosas tienen sentido siempre y cuando tengan impacto en el cliente final.
La cuestión es que muchas veces este tipo de profesionales están más orientados hacia el cliente interno que hacia el verdadero cliente de su empresa. Así, pareciera que algunas organizaciones dan más importancia a las ocurrencias o genialidades de sus colaboradores por los aplausos que reciben entre los propios compañeros de equipo, que al valor que los clientes otorgan a dicha creatividad, posiblemente malentendida.
Por otro lado hay que tener en cuenta que existe una clara diferencia entre innovación y creatividad. Mientras que una innovación genera una mejora en la cadena de valor de la empresa —o del cliente para el que se desarrolla la innovación— la creatividad puede quedarse en un mero cambio o una sencilla alteración de lo ya existente sin aportar valor alguno. En otras palabras, la creatividad puede ser el inicio de una innovación, pero hay que hacerla realidad.
Quizá el hacer realidad las ideas y los proyectos, o convertirlos en realizables, sea una de las mayores debilidades que enfrentan estas organizaciones orientadas a lo creativo. Porque en las empresas los que valen son los números, las ventas, los costos. Si los procesos creativos no van orientados a generar resultados, bien por el lado de unos mayores ingresos o unos costos más bajos, quizá los gerentes de estas organizaciones deban plantearse si su equipo a lo que se dedica es a jugar a las casitas.

Francisco Avilés R.
Socio-director Cross&Grow
faviles@crossandgrow.com
 







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