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Ante el caos, Venezuela entrega alimentos a más pobres

Bloomberg | Jueves 14 julio, 2016


Un tercio de los alumnos de sexto grado de las escuelas públicas comía solo una o dos veces por día, mientras que la mitad se había ido a dormir con hambre una vez a la semana. Bloomberg/La República


 Catia, una enorme red de casas precarias del oeste de Caracas, es desde hace mucho un orgulloso bastión del socialismo venezolano. Sus habitantes quizá sean de clase obrera pero sus viviendas están subsidiadas, sus clínicas son gratuitas y su color favorito es el rojo del partido gobernante.
En toda Catia se veían camisetas rojas una mañana reciente pero no para un nuevo corte de cintas. Esta vez, los leales descargaban un camión del gobierno que traía alimentos para seguidores antes convencidos cuyas alacenas ahora están dolorosamente vacías.
“Desde que anoche me dijeron que estaba en camino, no pude dormir”, dijo Andrea Vásquez, operadora de un call center de 40 años de edad, que observaba cómo docenas de vecinos rodeaban el camión. “Es un milagro”.
Rica en petróleo y vanguardia del populismo de izquierda, Venezuela se está hundiendo en el caos. Mientras que la oposición junta firmas para sacar del poder al presidente, los camiones de comida son parte de los últimos intentos de aferrarse a la confianza de un pueblo desilusionado en un país en que las fuerzas armadas ahora supervisan el abastecimiento de alimentos. El hambre de verdad ahora alza su cabeza en zonas de un país que hace cuatro décadas estaba entre los veinte más ricos del mundo.
Un estudio llevado a cabo en junio por un opositor al gobierno en un estado del centro de Venezuela reveló que un tercio de los alumnos de sexto grado de las escuelas públicas comían solo una o dos veces por día mientras que la mitad dijo que se había ido a dormir con hambre por lo menos una vez a la semana anterior. El fin de semana pasado, Venezuela abrió su frontera con Colombia durante doce horas y 35 mil personas se apresuraron a cruzarla para comprar alimentos y medicamentos.
La gente ahora pasa días enteros frente a los comercios esperando poder comprar un puñado de productos básicos, y las protestas y los saqueos se multiplican. Acumular y canjear bienes escasos se ha convertido en una industria en crecimiento. Los que compran y revenden, conocidos como bachaqueros, son de los pocos que tienen éxito en esta economía.
Intentando recuperar el control, el presidente Nicolás Maduro ha recurrido a los grupos barriales leales, llamados CLAP, poniéndolos a cargo de la distribución del 70% de los alimentos del país. A estos comités, cuyas reuniones comienzan con himnos socialistas, se les ha dicho que deben quitarles el control del mercado de alimentos a los que los revenden de manera ilegal.
“Se está librando una guerra económica”, dijo Janette Carillo, de 45 años, miembro del CLAP local que colaboró en la supervisión del reparto de alimentos en Catia. “Nuestro trabajo es romperle el brazo al bachaquero”, señaló.
Freddy Bernal, ex comisario de policía y alcalde de Caracas que ahora supervisa los CLAP en todo el país, reconoce el crecimiento del hambre y los “errores” cometidos en los 17 años de gobierno del presidente Hugo Chávez y luego de Maduro pero insiste en que el camino actual es el correcto.

 







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