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EDITORIAL


Vergonzosa Ley de Tránsito

| Miércoles 18 abril, 2012





La separación de poderes no debe implicar necesariamente una separación de ideas, o bien llevar la contraria en todo, solo porque sí

Vergonzosa Ley de Tránsito

Más de dos años han pasado desde que se comenzó a discutir un cambio en nuestras reglas del tránsito, y hasta la fecha, las propuestas esbozadas por los diputados o no han cumplido con las expectativas de lo que el país requiere, o han resultado ilegales.
Los diputados han demostrado ser imprecisos en el tema, diligentes sí en al menos tratarlo, pero con poco tino.
Ahora, a pesar del tiempo transcurrido, todas las negociaciones y conversaciones desarrolladas alrededor del tema y la información acumulada sobre lo que requiere el país, lo que exigen las autoridades y lo que permite la Sala IV, poco parece ser al final de cuentas lo que se ha aprendido.
El problema es que ahora ni siquiera los propios diputados que han propuesto las reformas están seguros de si estas sean las adecuadas y cumplan con los parámetros de legalidad ya delimitados por la Sala Constitucional.
Costa Rica es un país que se ha basado en los pilares democráticos de la institucionalidad y que ha creído en los Poderes de la República como los propulsores de un estado solidario.
Sin embargo el hecho de que al menos uno de estos poderes dude ahora de sí mismo y de sus capacidades para hacer valer lo que la Constitución Política le manda, representa una peligrosa señal que debe llevarnos a analizar más profundamente el camino que llevamos.
La separación de poderes no debe implicar necesariamente una separación de ideas, o bien llevar la contraria en todo, solo porque sí.
El debate, el análisis, la opinión de todos los sectores debe ser escuchada y tomada en cuenta. Luego, cada sector involucrado tomará las decisiones de acuerdo con lo aprendido.
Pero nunca este debe ser un ejercicio que se haga al revés. Lamentablemente es lo que ha venido ocurriendo: primero se propone y se toman las decisiones, después se consulta si es legal. El resultado es el vergonzoso camino que ha atravesado nuestra Ley de Tránsito.
Ojalá esta haya sido una lección aprendida, no solo con esta ley y con estos diputados, sino que sea algo que quede para los que vienen, y que en el futuro les corresponda ser parte de nuestra democracia.






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