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COLUMNISTAS


La publicidad del sector público

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 25 junio, 2014


Hay publicidad estatal necesaria para comunicar información de vital importancia a la población. Pero no así la que busca levantar imagen de un gobierno


La publicidad del sector público


Cuando se elige a un gobierno nacional el votante da por un hecho que este pavimentará y construirá carreteras, que equipará a las escuelas y colegios públicos y contratará a los docentes que se ocupan para servir a los educandos, que mantendrá una fuerza policial que ofrecerá seguridad en los barrios y comunidades, que construirá casas de interés popular y que dotará a todos con un servicio de salud preventiva de primera.
Estas y otras son obligaciones adquiridas frente a los votantes de quienes ocupan los cargos en el sector público.
Cuando aparece publicidad masiva pregonando la apertura de una carretera nueva o la construcción de algún número de casas para personas que no tenían antes, la reacción del ciudadano es la de cuestionar la razón de gastar dinero anunciando estas obras como “logros” cuando el trabajo de “ellos” es precisamente ese.
“Estamos pagándoles para que hagan carreteras, ¿por qué gastar anunciando que hicieron lo debido?” La respuesta, por supuesto, es que compran publicidad, especialmente cuando se trata de presidentes, cuando quieren mejorar su posicionamiento favorable en la opinión pública.
Laura Chinchilla gastó 178 millones en vano en el último año de su gobierno para intentar levantar su imagen.
Si bien es cierto que el gasto en este tipo de propaganda presidencial se puede categorizar como frívolo, hay otros tipos de publicidad gubernamental que realmente son necesarios y que hay que mantenerlos para comunicar información de vital importancia para la población.
Para citar algunos casos de publicidad necesaria se puede mencionar una campaña de prevención del dengue. No hay manera de eliminar esta enfermedad si no coopera toda la población, eliminando depósitos de agua donde nacen los mosquitos que la portan.
También se puede justificar publicidad diseñada para prevenir accidentes de tránsito, programas para ayudar a las pymes, programas para incitar a los jóvenes a no desertar de los colegios, y anuncios para incitar a los habitantes a no desperdiciar el agua.
Sería interesante que se publicaran en medios escritos y otros los horarios de atención al público de los diputados. Lo más lógico es que el “representante del pueblo” reciba habitantes de la provincia que representa varias horas por semana para poder atender mejor sus necesidades.
El desafío es cómo organizar la publicidad para que se pueda distinguir entre lo realmente necesario y justificable y lo frívolo. Una manera de hacerlo es que si menciona el nombre de algún jerarca, o muestra foto de esa persona, es probablemente por lo menos en parte innecesario.
Ahora, si un gobierno lograra realizar algo “fuera de serie,” algo inesperado por el votante, quizás tendría el derecho de anunciarlo. Ejemplos podrían ser una carretera buena y permanente a la par del río San Juan, un centro de convenciones, la introducción del expediente digital en la Caja, o quizás una prisión nueva y moderna para atender a los detenidos no condenados (cada vez hay más de estos).
¡Pero “más de lo mismo” no necesita propaganda!

Carlos Denton

cdenton@cidgallup.com


 

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