Hace falta entender el cambio
| Martes 04 febrero, 2014
La democracia que goza Costa Rica, ha dejado claro no querer extremos de ningún tipo, sino una posición de centro que garantice seguridad, oportunidad y justicia para todos. Ahí está el gran reto del ganador en abril
Hace falta entender el cambio
Dos meses más de campaña electoral mantendrán en fuerte competencia a los dos partidos que se disputan ahora la silla presidencial, y esta vez no deberán alcanzar porcentaje alguno sino tener mayor cantidad de votos (aunque sea uno) que su adversario.
La atípica campaña que acabamos de vivir se caracterizó por una buena cantidad de aspectos diferentes a lo que era tradicional en el país, y seguramente de ello habrán tomado buena nota ambos candidatos, Luis Guillermo Solís, que alcanzó un 30,8 de respaldo popular y Johnny Araya, quien le sigue con un 29,6.
Ellos deberán continuar su campaña política ya sin ayuda económica, a menos que no hubieran gastado entre octubre pasado y ayer, la suma que les correspondía, porque el Código Electoral no prevé más dinero para quienes participan en esta segunda fase.
Sin embargo, este es precisamente uno de los aspectos diferentes de la actual campaña. No pareciera que el dinero para publicidad, que intente vender a un candidato como se vende un producto comercial, garantice ya el gane.
Quedó esto demostrado en los hechos del 2 de febrero recién pasado, cuando el PAC sobrepasó al PLN gastando cerca de la mitad.
La razón es que el costarricense, cansado ya de corrupción, pobreza, desigualdad y malos servicios públicos, no tiende a escuchar publicidad vacía, como en otras épocas (en las que se gastó mucho en este rubro), sino que quiere conocer programas de gobierno y cómo estos se llevarían a cabo, para saber si sus problemas serán atendidos.
Deberán entonces ponerse en acción con mística y voluntariado (como debería ser siempre) los seguidores de cada partido político en un trabajo de hormiga que de antemano se sabe que no tendrá retribución en puesto público alguno. Los ticos ya conocen el daño producido por el clientelismo.
Ese trabajo debería dirigirse a dar a conocer esos programas de gobierno, sin tratar de esconder algo o falsear la verdad porque ese es otro aspecto del cambio: los votantes saben ya distinguir la mentira y la demagogia de la verdad.
Por otra parte, más allá de quién resulte ganador en abril próximo, si no ha comprendido el cambio en la conciencia y la mentalidad de los votantes, tendrá serios problemas también en la Asamblea Legislativa, donde habrá varias fuerzas de tamaño semejante dispuestas a ser escuchadas y a defender sus puntos de vista.
Pero esta realidad debe ser esperanzadora. Es un paso adelante en la democracia que goza Costa Rica, que ha dejado bastante claro no querer extremos de ningún tipo, sino una posición de centro que garantice seguridad, oportunidad y justicia para todos.
Ahí está el gran reto del ganador en abril.