Aprendamos de los errores pasados
| Lunes 16 julio, 2012
Hoy pagaremos caro que no se le permitiera al ICE desarrollar los planes que sus expertos diseñaron en 1970 previendo las necesidades actuales
Aprendamos de los errores pasados
La lentitud y el exceso de trámites que enfrenta el ICE hoy para conseguir el financiamiento necesario para la infraestructura que el país requiere es apenas una parte de las dificultades históricas que la institución ha enfrentado por malas administraciones.
Esto no es bueno olvidarlo porque los errores de los cuales no se aprende se suelen repetir.
Decíamos en este espacio en diciembre de 2008 que “en 1970, como parte del Plan Nacional de Desarrollo Eléctrico, las autoridades del ICE, previendo el aumento de la demanda futura, idearon la construcción de una planta que aprovechara las aguas del río Grande de Térraba, el de mayor caudal en el país”.
El proyecto fracasó porque el gobierno no buscó la forma adecuada de solucionar problemas que representaba para algunos pobladores de la zona y se volvió a intentar en 1990 pero reducido a la mitad de su tamaño original.
Sin embargo el nuevo intento, además de que tampoco tenía un plan para solucionar el problema a los pobladores, sumaba la falta de diseño, por lo cual también fracasó.
Es decir que lo previsto por los expertos del ICE en 1970 —planeamiento a largo plazo para evitar problemas futuros— no se pudo llevar a cabo por incapacidad o por falta de voluntad política para implementar correctas soluciones.
Hoy el ICE de nuevo busca retomar las tareas que se le ha venido impidiendo desarrollar históricamente, pero aparentemente serán los costarricenses los que deberán sufrir las consecuencias de los errores políticos de más de 30 años: pagaremos más por lo que necesitamos.
Lo que no se sabe es si habremos aprendido la lección. De no haber sido por actuaciones equivocadas, hoy Costa Rica quizás no solo tendría la energía hidroeléctrica necesaria sino que podría estar exportándola al resto de Centroamérica.
Tener buena memoria para refrescar errores pasados debe servir, no para hacer con ello politiquería barata e infructuosa para el país (cuando no nefasta), sino para comprender la trascendencia de las actuaciones y las graves consecuencias de las decisiones cortoplacistas o tomadas al calor de intereses espurios.