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20 años de auxilio de cesantía o …

Federico Malavassi | Jueves 07 julio, 2016


Es urgente que repensemos esta supuesta institucionalidad que ha vuelto el rótulo para adentro, que es administrada sin pensar en el bien común y que parece tener los fines alejados de lo que conviene a la sociedad
 

20 años de auxilio de cesantía o …

… volver el rótulo para adentro. Todos nos vemos afectados con la mala administración de la Caja de Seguro Social que determinó pagar estos exagerados beneficios para un grupo.
¿Quién paga? El pueblo costarricense que sí paga seguridad social, el asalariado que sufre todos los meses la deducción de su salario, el empresario que cumple sus obligaciones con la Caja, todo costarricense que consume bienes y servicios y paga impuestos.
Cuando uno mira este tipo de gollerías no puede sentir más que indignación. Nos seducen con el cuento de la seguridad social, nos engañan con la idea del servicio público, nos conminan con el concepto de solidaridad y nos comen con el rótulo vuelto para adentro y la mala administración.
Es menester saber cuál administración se dejó meter estos goles o propició este vandalismo. Es imperativo repasar los caminos jurídicos para intentar un control y restauración del orden.
Lo cierto es que si no se pone remedio y control, el asunto se volverá viral y pronto tendremos a toda la administración pública persiguiendo las mismas prebendas.
Algunos comprenden el vandalismo y la gravedad de la situación, otros se enojan y algunos empiezan a perseguir lo mismo. Por supuesto que es un mal ejemplo. No se trata de abogar por la pobreza en el servicio público, pero sí por una administración inteligente, prudencial sensata y austera. El servicio público no es para enriquecerse, es para servir.
El asunto es que se hace agua por todo lado. Por una parte nos venden un discurso lleno de bien común, solidaridad, lucha contra la pobreza, búsqueda de la igualdad de oportunidades y luego los hechos nos evidencian que hay aprovechamiento, lucro con las necesidades ajenas, vandalización de las finanzas públicas y gollerías por doquier; todo con los condimentos de clientelismo y demagogia.
Es obvio que quienes administran de esta forma y que quienes se sirven de este modo no están pendientes de la competitividad del país, es innegable que no les preocupa el tema de la tramitopatía que sufrimos, es claro que no tienen como norte el servicio público y que están poco atentos a la ética en el servicio público.
Como decimos en Costa Rica, ¡achará tanto esfuerzo construyendo instituciones de bien social, si todo termina en esta culpas y botines! Es un desperdicio de esfuerzos y penas. Los inspectores de la CCSS persiguiendo a los equipos de fútbol, a las “pymes”, a los trabajadores independientes, a los agricultores a quienes no les alcanzan los ingresos para pagar la seguridad social y todo para que termine en la bolsa de quienes gozan de 20 años de auxilio de cesantía. ¡No hay derecho!
Es urgente que repensemos esta supuesta institucionalidad que ha vuelto el rótulo para adentro, que es administrada sin pensar en el bien común y que parece tener los fines alejados de lo que conviene a la sociedad. ¿Será cierto que la justicia constitucional avaló este abuso?
No debemos quedarnos callados, mucho menos envidiar en silencio tal vandalismo y botinaje. Quizás hay que cambiar los dogmas para que las instituciones vuelvan a sus raíces, tal vez hay que examinar los prejuicios para discutir abiertamente el futuro nacional, pero no hay que quedarse callado.

Federico Malavassi
 

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